El mayor problema al que se enfrenta este país es a la manifiesta incompetencia de sus líderes, ya sean políticos, empresarios o sindicalistas. No hemos descubierto América. Se sabe desde hace mucho tiempo.
De lo que se deduce que dichos líderes no leen los periódicos, ni ven la televisión ni escuchan la radio. Son una especie nueva de ameba que habita en los despachos. No pretendo plasmar aquí ideas políticas, ni criticar a unos y ensalzar a otros. No. Para eso ya tenemos otras fuentes. Quiero apelar al sentido común.
¿Cómo hemos llegado a la situación en la que nos encontramos? Pregunten a los economistas expertos y les darán mil razones. Ninguna va más allá de exponer lo que ha ido pasando, pero sin dar un paso más. «La Economía es la Ciencia que predice el pasado». Nadie puede desarrollar un modelo económico en la que entren en juego todas las variables, es cierto, pero demuestran muy poco ojo al no haber advertido los pilares sobre los que se fundamenta la grave crisis, entre otros: El despilfarro público, el excesivo riesgo tomado por los Bancos, la famosa burbuja inmobiliaria, la falta de determinación para modificar la estructura productiva del país y de mentalidad y la falta de verdaderos líderes con ideas propias.
Dentro de estas categorías se engloban casi todos los males de nuestra Economía.
El despilfarro público a mi entender engloba todo aquello que nos saca de quicio de las Admnisraciones: Duplicidad de funciones, exceso de funcionarios (ojo, no me refiero a profesores, médicos, policías, etc…que son imprescindibles, si no al personal enchufado por los políticos de turno), partidas presupuestas sin control, corrupción, impunidad, privilegios de los políticos… ¿Seguimos? El Gobierno ha tomado el camino fácil: recortar a los que menos lo merecen. Es como si en una familia, el padre se gasta el dinero comiendo en restaurantes caros, trajes a medida y zapatos italianos y después decide recortar gastos quitando a sus hijos de la Universidad.En lugar de recortar sueldos lo que tienen que hacer es ver qué ineficiencias existen en la Administración y atajarlas rapidamente. Pero eso supone más trabajo y seguramente les perjudicaría a los que están arriba. No puedo creer que aquellos que se pasan la vida estudiando las cuentas públicas no tengan perfectamente identificado el problema. Si de verdad los ciudadanos no podemos obligar a los Gobiernos a reducir allí donde existan duplicidades de Administraciones Públicas entonces va a ser cierto que los políticos no escuchan al Pueblo y gobiernan a espaldas de éstos.
Los Bancos. Quién hubiera dicho que los Banqueros no eran tan listos como pensábamos. Se habla mucho de las Cajas (y con razón), de que los gestores eran nombrados desde las CCAA y que no tenían conocimientos para dirigirlas, pero parece que también los Bancos estaban dirigidos por incompetentes. No sé qué tendrán que decir los accionistas acerca de las decisiones tomadas, pero se supone que quien dirige una entidad financiera debe regirse por el principio de prudencia y no apuntarse a la fiebre de la concesión de créditos como si dieran caramelos. Si yo fuera el responable de riesgos de una de esas entidades creo que me iría a otro país para no pasar tanta vergüenza. Y ahora encima que le tenemos que inyectar capital, no dejan que el crédito fluya hacia los ciudadanos con lo que no están asfixiando por segunda vez; la primera con la dichosa hipoteca a cuarenta años referenciada al euribor y ahora con la no concesión de hipotecas a no ser que demuestres que puedes pagar el piso en mano. Tampoco nadie se atrevió a decir la verdad cuando empezaron con las «fusiones frías», concepto que odié desde el primer día. Es que somos patéticos. Eso sí, todos los directivos de las Cajas se fueron con unos millones bajo el brazo. Ya he escrito en alguna ocasión acerca de los Bancos malos, y parece ser que siguen emperrados en la idea. Por si no fuera poco, explotó el tema de las acciones preferentes. Claro, nadie lo veía venir pues los beneficios de los Bancos eran ilimitados en el tiempo. Hubo una época que ir a una sucursal bancaria era como recibir una llamada de venta directa; intentaban colocarte cualquier producto para llevarse su comisión o cumplir el objetivo de ventas impuesto por una Dirección ciega de codicia. Si algún incauto se atrevía a preguntar qué pasaba si no se obtenía beneficio un año, el comercial le miraba con cara de estar con un niño de siete años y le decía algo así: «Pero hombre, eso no va a pasar». Y ya está. Sólidas razones. Crecimiento y nás crecimiento para dar valor a los accionistas. Bueno, viendo las cotizaciones de los principales Bancos mundiales y sus problemas financieros, es posible que otro modelo hubiese funcionado mejor.
Cada cual es responsable de sus actos, cierto es. Pero si una persona o una pareja decide comprarse un piso, pongamos que entre el 2000 y el 2006, y tienen una edad media de 28 años, no pueden esperar a que todo baje pues pierden su vida esperando y más cuando NADIE les aconsejó esperar a que los pisos bajaran. Si ni los expertos pensaban que la burbuja iba a pinchar, ¿Cómo podrían saberlo la gente de la calle? La gente compró pensando no en ganar dinero, pues iba a ser su vivienda habitual, si no en la creencia que cuanto más esperaran más les iba a costar. Todos conocemos más de un caso. Entonces si nadie veló por elllos cuando compraban a precio de oro, ahora que se desploma el precio tampoco nadie vendrá en su ayuda. Lo que más me indigna es ver que las mismas Sociedades de Tasación te dicen que tu piso ahora vale un 30% menos, ¡Y se quedan tan anchos! Por favor, que las nacionalicen ya. Si hubieran fomentado el alquiler en lugar de tanta casa de protección oficial que lo que provocó fue más escasez de vivienda libre y como consecuencia inmediata el incremente del precio de la misma, ahora muchos de los que hubieran estado de alquiler igual podrían reactivar la demanda a precios razonables con los ahorros generados por no haberlos tenido que destinar a pagar aquellos precios tan desorbitados. ¿Quién fue el responsable? Nadie lo sabe. Es cierto que todos somos culpables de esa escalada de precios, pero se supone que para eso existen unos organismos que velan para que no sucedan cosas de este tipo. Pero no aprendemos.
Miramos con cierta envidia y resentimiento a todos los que triunfan montando una Empresa, llegando lejos en el mundo del Deporte o de la Cultura. Dicen que los españoles son tan envidiosos que prefieren que no les toque la Lotería si saben que al vecino le va a tocar el doble de su premio. No sé si será verdad pero lo que sí está meridianamente claro es que preferimos que nos lo den todo hecho y además no valoramos nada lo que aquí se fabrica, que es poco, lo sé. Los empresarios más importantes de este país no tienen ningún interés más que acrecentar su propio patrimonio, y además si lo pueden tener fuera de España, mejor. En la etapa estudiantil no se fomenta una rivalidad sana, una competencia que permita desarrollar las capacidades de cada uno. En mi época de estudiante, la mayoría de mis compañeros fueron a parar a mi carrera bien por nota o bien porque tenía más salidas laborales, no por vocación. Con esto de las bajadas de sueldo se habrá desincentivado a preparar una oposición, pero hasta hace bien poco todo el mundo quería estar a sueldo del Estado y no tener preocupaciones. Una cosa es cierta, aparta de no tener mentalidad emprenderora, no es que den muchas facilidades para emprender. En otros países con un sencillo trámite y sin apenas desembolsos puedes iniciar una aventura empresarial. En España, antes de saber si el negocio puede funcionar, te cobran impuestos, tasas, seguridad social… claro no todo el mundo posee capital suficiente para arrancar, pero igual si le dejaran «libre» seis meses o un año, podría demostrar que el negocio es rentable. Lo que consiguen ahora es fomentar la economía sumergida, pues te evitas pagar IVA, seguridad social, etc, al menos hasta que puedas generar ingresos suficientes. No creo que nadie quiera estar sin darse de alta indefinidamente, ya que limita su capacidad de crecimiento. Así desde esta humilde tribuna pediría exención de impuestos y demás pagos a negocios de nueva creación, aunque tuvieran que estar sometidos a algún tipo de control. Estoy seguro que de esa forma poco a poco iríamos fomentando la actividad emprendedora. Los negocios a los que se dedica la élite no benefician (en última instancia) nada más que a ellos mismos. Necesitamos gente con ideas frescas y sin complejos, sin miedo a fracasar. Pero es triste que «grandes empresarios» hayan llevado a la quiebra sus empresas dejando deudas millonarias a la Seguridad Social y a los trabajadores y no les pase nada, mientras que si un pequeño negocio se retrasa en el pago de un impuesto, le embargan la cuenta. En fin.
Debemos pasar de ser importadores netos a exportadores. Vuelvo a repetir; no hay voluntad política ni por parte de los empresarios de potenciar nuestros puntos fuertes y tratar de desarrollar una industria fuerte y moderna. Si concedemos excenciones de impuestos a compañías extranjeras, ¿Por qué no apoyamos alguna iniciativa 100% española?
Finalmente, como ya he dicho, el déficit más grande lo tenemos en nuestros líderes. No son frases hechas ni quejas generalistas para echar la culpa a alguien. Se ha demostrado que se mueven por intereses partidistas, cortoplacistas y sin ninguna visión de Estado. Sólo así se explica que en el Parlamento escuchemos réplicas del tipo «Y tú más». Me da vergüenza ver en qué se han convertido los debates parlamentarios. Aparte de que se supone que es el lugar donde debatir, luchar por tus ideas y escuchar las del resto para llegar a acuerdos que beneficien a todos, también se supone que es espejo en el que todos nos tendríamos que mirar. Tienen que dar ejemplo. Pero lo único que hacen es, como vulgares pandilleros, seguir a su líder sin cuestionarse nada y dar al botoncito verde o al rojo. A veces ni eso porque no van. Y no pasa nada. Que cualquiera del resto de ciudadanos no vaya a su puesto de trabajo, a ver qué pasaría. Y pero que te pillen durmiendo, jugando o votando por otro…
Si miramos una foto de hace 20 años de nuestros líderes políticos y la comparamos con otra actual, podremos comprobar qué poco han cambiado las caras, bueno, solamente por el paso del tiempo. Tanto en un partido como en otro, como en organizaciones sindicales como empresariales. No creo equivocarme cuando digo que estos señores han tenido muchos años para intentar aplicar sus ideas y mejorar las cosas. Bien, no lo han conseguido. Que dejen paso a otros. Si realmente fueses hombres de Estado o grandes líderes sabrían que su momento ha pasado y no tendrían el menor problema en ceder el testigo. Pero aquí se aferran a su asiento y cuando por fin conseguimos echarles, les dan un retiro de oro en cualquier Administración, o hasta hace bien poco alguna Caja, cuyo sueldo por supuesto pagamos nosotros de una forma u otra. Y encima les tenemos que agradecer su dedicación.
Después de escribir semejante rollo, hasta he pensado en no publicarlo. Es más de lo mismo. Pero necesito expulsar toda la indignación que me produce leer las noticias a diario. Todos sabemos lo que hay que hacer menos los que mandan. Igual que en la Batalla de Trafalgar. Ojalá nos vaya mejor.
Saludos,
Raskólnikov